Resacoso de vida, pleno de energía, aún se asienta en mi interior el polvo levantado hace un par de fines de semana, ¿o fue ayer?, cuando asistí al segundo módulo del taller El Actor y la Cámara, impartido por Juancho Calvo.
Aún rebotan en mi cabeza las indicaciones y claves que lanzaba Juancho, como un ejército de pelotas furiosas. Poco a poco voy intentando asimilar sus trayectorias y fluir con ellas, bailando una danza eterna con la cámara.
El trabajo, continuación del ya realizado una año antes, sigue siendo para mí igual de misterioso y revelador. Como siempre, no descubro aspectos ni técnicas de interpretación (que también) sino que me descubro a mí mismo frente a la cámara. Me empiezo a reconocer en ese rostro que se asoma a través del monitor, en esos ojos que me miran, que son mis ojos. Empiezo a sentirme más cómodo con mi espejo, con el reflejo que me devuelve una pantalla. Consciente como soy, de que no es sino una máscara más, intento que sea la más parecida al rostro real que habita bajo el disfraz que me cubre cada día.
Voy jugando con los tiempos ("no es cuestión de ir despacio, sino de abrir espacio", dice Juancho), con los movimientos, con las marcas... y todo gira, como una peonza, a mi alrededor. Y yo también giro, y caigo, y me levanto, Y miro otros ojos, otros compañeros, que me empapan con su humanidad, que es la mía. Y lloramos, y reímos, y mordemos el alma que se escapa a través de las pestañas.
"Lo esencial" resuena en mis entrañas, bucea en los huecos que se han ido formando con el incesante caer de lágrimas a lo largo de los años, que han ido carcomiendo y enterrando lo que hay de puro cuando nacemos, rellenando los espacios, descubriendo lo que todos ya sabemos.
El tomar contacto con uno mismo, y con lo que hay del otro, de todos, en uno mismo, sana y libera el niño interior, desamarrándole las muñecas y dejando que vuelva a correr, excitado, y a jugar. De este modo, el adolescente, aún en crecimiento, no pierde de vista al niño, tomando su fuerza, usando su inocencia, no dejándola atrás.
¿Que no estoy hablando de interpretar ante la cámara? De qué si no.
Agradecido al gran Juancho, por su humanidad, que es la mía, y a todos los compañeros y compañeras que me han dejado "salir a jugar" con ellos una vez más.
Como siempre, sigo aprendiendo.
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